Seguidores

lunes, 11 de junio de 2012

María Montez, leyenda cinematográfica.



Presentación del libro María Montez, mujer y estrella

Néstor Medrano

El libro que hoy estamos presentando en este escenario de tanto prestigio, es más que una biografía fría o de una serie de enunciados sobre las vicisitudes, glorias, anhelos y fracasos, es una evocación sobre una de las dominicanas de mayor relevancia que ha tenido nuestra historia. Hablar de María Montez es evocar, es reflexionar sobre una época, sobre unos sueños y sobre unos anhelos que permiten entrever que la vehemencia, el esfuerzo y el trabajo firme en pos de un objetivo, pueden dejar de ser un sueño y convertirse en una gran realidad.
Pablo Clase Hijo nos revela en esta segunda edición de su libro “María Montez, mujer y estrella, de la mano de Editorial Santuario, que en esa mujer, natural de Barahona, se expresarían condiciones que no solo enaltecerían a su Patria, sino a la mujer como tal, en una época de trabas asfixiantes en cualquier área de la vida productiva, y más difícil aún, en la cima del difícil e impenetrable mundo de las películas: Hollywood.
Si algo se destaca en este libro de 172 páginas, aunque quizás el autor no lo planteara de manera expresa, es que María Montez, la llamada Reina del Technicolor, nos colocó de manera positiva en el mapa mundial de la farándula, ingresando a un mundo repleto de dificultades, competencias, envidias y deslealtades, sin abjurar nunca de su dignidad, de su condición de decencia, ni rendirse ante los vicios, las tentaciones y los escándalos provocados en una atmósfera contaminada y contaminante de ese jet set internacional.
A Pablo Clase le atraen estos personajes y se puede decir que como estudioso, como biógrafo plantado desde hace años, esta atracción se ha demostrado con Porfirio Rubirosa, el Play Boy de América, cuyo libro se constituyó entonces en un bestseller, con más de ocho ediciones, y en ese interín no han faltado los imitadores, las sorpresas y los sobresaltos.
El libro que presentamos, una prosa rica, sencilla, de alcance amplio para todos los públicos, está salpicado de tiempos y momentos en los que el autor, además de vaciar sus indagaciones y su propia creencia, no maltrata  a su protagonista, la enaltece, siempre apegado al mejor uso que en materia objetiva observan los biógrafos con una obra que exhibir y que, no dudo en decirlo en cualquier escenario, se trata de un veterano biógrafo con cuyo esfuerzo también pone en alto a nuestra muy querida República Dominicana.
En la elaboración de su libro, cuya primera edición data de 1985, Pablo Clase hurgó en el Archivo General de la Nación y como él mismo establece sostuvo provechosas conversaciones en Madrid y París y se documentó, incluso, en la emblemática Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, lo que deja fuera de toda duda la rigurosidad y la edificación de fuentes confiables que utilizó para dar con un producto que debe considerarse como material de consulta para quienes aspiran a conocer ese mundo que fue, antes y después, la Meca del Cine.

Y es que, es importante destacar que este libro, además de contar episodios trascendentales en la vida de María Montez, nos zambulle en la atmósfera de Hollywod y en la psicología de los productores de empresas tan importantes como la Universal, la RKO, La Twentie Century Fox y cómo en décadas que van de los años 20 hasta los 40, las corrientes posteriores a la Segunda Guerra Mundial sientan el objetivo de mostrar otros rostros, otras historias y otros argumentos que despojen un poco la cultura bélica para ir más al entretenimiento, sin negarse nunca que el mundo de las películas era y es un mundo mercantilista y comercial, un negocio que espera rentabilidad de las producciones.
Hoy que República Dominicana cuenta con un escenario de figuras internacionales del cine, con representantes como Zoe Zaldaña, o Michelle Rodríguez, que han participado en grandes superproducciones, al hacer una reflexión, y Pablo Clase se la plantea, sin hacerlo de manera expresa, el camino no tiene los obstáculos que tenía en aquella época. María Montez fue una mujer exótica que muy temprano en su vida se propuso el objetivo de triunfar en la Meca. Y su propósito fue enfocado, dirigido, dirigido a un triunfo que ella imaginaba y para el cual trabajó. Sabía que su belleza, su talento y su creatividad podían romper los esquemas y se preparó, se distanció de la familia para viajar y cumplir sus sueños. Sobre sus aptitudes, el autor nos refiere:
“Su esbelta figura, su garbo, su exótico tipo de mujer latina y sus bien torneadas piernas le daban todas las ventajas”. Y no es que el autor aborde el asunto desde lo superficial por encima del talento, jamás. María Montez tenía arrojo, era exótica y su perfil de mujer exuberante, era lo que se buscaba en ese mundo de las productoras fílmicas para vadear un poco el aroma de sangre y desgracia que arrojaba la Segunda Guerra Mundial.

“Y en efecto, entrar en Hollywood no le vendría como un regalo del cielo. Ella tendría realmente que conquistarlo, y precisamente, su modo peculiar de hacerlo, sería el mayor catalizador de su triunfo. Muchas mujeres con atractivas condiciones físicas habrían fracasado si tan solo hubieran contado con ellas para triunfar. Hacía falta una iniciativa personal, una voluntad inquebrantable y una sabia prudencia para saber cómo y cuándo había que hacer las cosas. Era necesaria, en este caso específico, una suerte de sagacidad para manejar oportunamente la Psicología de los magnates de Hollywood, e inclinarlos a su favor. Y María tenía una clara idea de los pasos que debía dar para esos fines (pág. 33, una latina para Hollywod).
Y aquí está la diferencia con muchas de las divas del séptimo arte que tuvieron fama universal como Marilyn Monroe, Zsa Zsa Gable  e incluso muchas otras de la actualidad, cuyas vidas han estado matizadas por el escándalo, los vicios, el alcolismo, las drogas, la fragmentación de vidas y hogares y la inestabilidad emocional. La María Montez que retrata Pablo Clase Hijo en este libro de Editorial Santuario, es una mujer de una personalidad determinante y apasionada, que conocía los alcances de su belleza y cómo articularla para acercarse a los productores, a la gente de influencia, en la construcción de un círculo de amistades con conexiones para ayudarla, en el uso de los medios de comunicación, de los reporteros y de los fotógrafos para construirse una imagen, pero, hasta el momento se desconoce que traspasara las fronteras de la honestidad, del pudor, de las propuestas indecentes para el logro de esos objetivos.
El libro de Pablo Clase está estructurado de una manera que el lector entiende. María Montez fue la reina del Technicolor, fue visualmente una diva de la filmografía de esos años de ebullición, y su sueño era convertirse en una gran actriz. Los papeles en los que la encorsetaron la convirtieron en una estrella, pero hay diferencias estructurales entre una actriz y una estrella y María Montez lo fue todo, un emblema que se autodefinió de “sexy” pero buena chica, lo que nunca llegó a ser fue una gran actriz. Tenía limitaciones y sus productores lo sabían.
Mientras todo un pueblo la seguía, todo un continente lanzaba loas y la admiraba, los críticos especializados fueron crueles con ella. Es bueno escuchar la reflexión que al respecto hace Pablo Clase Hijo:
“Quizás los críticos de cine nunca disfrutaron del encanto de María Montez. Se lo perdieron, por andar buscando todo el tiempo una buena actriz. Ese fue su error. El fenómeno María Montez no se produjo por causa de su excelencia como actriz, sino por su mágica presencia cinematográfica. Vistas las cosas así, decir que era una actriz equivalía a limitarla, a disminuir su misterio, porque a fin de cuenta lo que causó revuelo fue su fascinante figura. El público no iba a las salas de cine detrás de una sofisticada obra de arte, sencillamente buscaba una evasión. Era algo intuitivo, no intelectual (El brillo de una estrella, pág. 168).
Hay un capítulo de este libro que el lector deberá buscar de manera determinada, es el titulado “La otra cara de María Montez”, que la aleja de la suntuosidad espectacular de la diva de extraordinaria presencia escénica de The Raiders of the Desert, Moonlight in Hawai, South of Tahití, Bombay Clipper, Arabian Nights,  y Alí Babá and the Forty Thieves, para situarla en el aspecto humano, la mujer hogareña, sencilla.
“La verdadera María era inteligente, estudiaba Teología y poseía inclinaciones literarias”.
En muchas formas admito que no puedo ser objetivo. Sobre Pablo Clase, puedo decir que a lo largo de los años he seguido su trayectoria. Me he formado leyendo “Figuras de este mundo”, su emblemática columna de Listín Diario, nuestras conversaciones han sido verdaderos laboratorios de aprendizaje. Y este libro es una invitación a conocer de cerca a María Montez. Pero a conocerla a profundidad y como dije anteriormente, abstraer la lección que queda de todo esto, se trató de alguien que construyó una historia, su propia historia y qué bueno que Pablo Clase y Santuario han unido esfuerzos para llevarnos a ella.
Este libro nos aproxima a la vida real de la estrella de Hollywood que salió plena de ilusiones de su natal Barahona y al construir la montaña de su fama nunca olvidó sus raíces. Este libro nos presenta una historia bien escrita desde la más pura diafanidad de la Literatura. Pablo Clase ha puesto empeño en construir una obra profunda, pero asequible. Quien abreve de estas aguas, no quedará sediento. Solo me resta agradecer a Santuario y a su protagonista, Isael Pérez, fajador literario, por el honor de darme la presentación de este libro de hoy y de siempre.


Muchas Gracias


No hay comentarios:

Publicar un comentario