Presentación
del libro María Montez, mujer y estrella
Néstor Medrano
El libro que hoy estamos presentando en este escenario de
tanto prestigio, es más que una biografía fría o de una serie de enunciados
sobre las vicisitudes, glorias, anhelos y fracasos, es una evocación sobre una
de las dominicanas de mayor relevancia que ha tenido nuestra historia. Hablar
de María Montez es evocar, es
reflexionar sobre una época, sobre unos sueños y sobre unos anhelos que
permiten entrever que la vehemencia, el esfuerzo y el trabajo firme en pos de
un objetivo, pueden dejar de ser un sueño y convertirse en una gran realidad.
Pablo Clase Hijo nos revela en esta segunda edición de su
libro “María Montez, mujer y estrella, de la mano de Editorial Santuario, que
en esa mujer, natural de Barahona, se expresarían condiciones que no solo
enaltecerían a su Patria, sino a la mujer como tal, en una época de trabas
asfixiantes en cualquier área de la vida productiva, y más difícil aún, en la
cima del difícil e impenetrable mundo de las películas: Hollywood.
Si algo se destaca en este libro de 172 páginas, aunque
quizás el autor no lo planteara de manera expresa, es que María Montez, la
llamada Reina del Technicolor, nos colocó de manera positiva en el mapa mundial
de la farándula, ingresando a un mundo repleto de dificultades, competencias,
envidias y deslealtades, sin abjurar nunca de su dignidad, de su condición de
decencia, ni rendirse ante los vicios, las tentaciones y los escándalos
provocados en una atmósfera contaminada y contaminante de ese jet set
internacional.
A Pablo Clase le atraen estos personajes y se puede decir
que como estudioso, como biógrafo plantado desde hace años, esta atracción se
ha demostrado con Porfirio Rubirosa, el Play Boy de América, cuyo libro se
constituyó entonces en un bestseller, con más de ocho ediciones, y en ese
interín no han faltado los imitadores, las sorpresas y los sobresaltos.
El libro que presentamos, una prosa rica, sencilla, de
alcance amplio para todos los públicos, está salpicado de tiempos y momentos en
los que el autor, además de vaciar sus indagaciones y su propia creencia, no
maltrata a su protagonista, la enaltece,
siempre apegado al mejor uso que en materia objetiva observan los biógrafos con
una obra que exhibir y que, no dudo en decirlo en cualquier escenario, se trata
de un veterano biógrafo con cuyo esfuerzo también pone en alto a nuestra muy
querida República Dominicana.
En la elaboración de su libro, cuya primera edición data
de 1985, Pablo Clase hurgó en el Archivo General de la Nación y como él mismo
establece sostuvo provechosas conversaciones en Madrid y París y se documentó,
incluso, en la emblemática Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, lo que
deja fuera de toda duda la rigurosidad y la edificación de fuentes confiables
que utilizó para dar con un producto que debe considerarse como material de
consulta para quienes aspiran a conocer ese mundo que fue, antes y después, la
Meca del Cine.
Y es que, es importante destacar que este libro, además
de contar episodios trascendentales en la vida de María Montez, nos zambulle en
la atmósfera de Hollywod y en la psicología de los productores de empresas tan
importantes como la Universal, la RKO, La Twentie Century Fox y cómo en décadas
que van de los años 20 hasta los 40, las corrientes posteriores a la Segunda
Guerra Mundial sientan el objetivo de mostrar otros rostros, otras historias y
otros argumentos que despojen un poco la cultura bélica para ir más al
entretenimiento, sin negarse nunca que el mundo de las películas era y es un
mundo mercantilista y comercial, un negocio que espera rentabilidad de las
producciones.
Hoy que República Dominicana cuenta con un escenario de
figuras internacionales del cine, con representantes como Zoe Zaldaña, o
Michelle Rodríguez, que han participado en grandes superproducciones, al hacer
una reflexión, y Pablo Clase se la plantea, sin hacerlo de manera expresa, el
camino no tiene los obstáculos que tenía en aquella época. María Montez fue una
mujer exótica que muy temprano en su vida se propuso el objetivo de triunfar en
la Meca. Y su propósito fue enfocado, dirigido, dirigido a un triunfo que ella
imaginaba y para el cual trabajó. Sabía que su belleza, su talento y su
creatividad podían romper los esquemas y se preparó, se distanció de la familia
para viajar y cumplir sus sueños. Sobre sus aptitudes, el autor nos refiere:
“Su esbelta figura, su garbo, su exótico tipo de mujer
latina y sus bien torneadas piernas le daban todas las ventajas”. Y no es que
el autor aborde el asunto desde lo superficial por encima del talento, jamás.
María Montez tenía arrojo, era exótica y su perfil de mujer exuberante, era lo
que se buscaba en ese mundo de las productoras fílmicas para vadear un poco el
aroma de sangre y desgracia que arrojaba la Segunda Guerra Mundial.
“Y en efecto, entrar en Hollywood no le vendría como un
regalo del cielo. Ella tendría realmente que conquistarlo, y precisamente, su
modo peculiar de hacerlo, sería el mayor catalizador de su triunfo. Muchas
mujeres con atractivas condiciones físicas habrían fracasado si tan solo
hubieran contado con ellas para triunfar. Hacía falta una iniciativa personal,
una voluntad inquebrantable y una sabia prudencia para saber cómo y cuándo
había que hacer las cosas. Era necesaria, en este caso específico, una suerte
de sagacidad para manejar oportunamente la Psicología de los magnates de
Hollywood, e inclinarlos a su favor. Y María tenía una clara idea de los pasos
que debía dar para esos fines (pág. 33, una latina para Hollywod).
Y aquí está la diferencia con muchas de las divas del
séptimo arte que tuvieron fama universal como Marilyn Monroe, Zsa Zsa
Gable e incluso muchas otras de la
actualidad, cuyas vidas han estado matizadas por el escándalo, los vicios, el
alcolismo, las drogas, la fragmentación de vidas y hogares y la inestabilidad
emocional. La María Montez que retrata Pablo Clase Hijo en este libro de Editorial
Santuario, es una mujer de una personalidad determinante y apasionada, que
conocía los alcances de su belleza y cómo articularla para acercarse a los
productores, a la gente de influencia, en la construcción de un círculo de
amistades con conexiones para ayudarla, en el uso de los medios de
comunicación, de los reporteros y de los fotógrafos para construirse una
imagen, pero, hasta el momento se desconoce que traspasara las fronteras de la
honestidad, del pudor, de las propuestas indecentes para el logro de esos
objetivos.
El libro de Pablo Clase está estructurado de una manera
que el lector entiende. María Montez fue la reina del Technicolor, fue
visualmente una diva de la filmografía de esos años de ebullición, y su sueño
era convertirse en una gran actriz. Los papeles en los que la encorsetaron la
convirtieron en una estrella, pero hay diferencias estructurales entre una
actriz y una estrella y María Montez lo fue todo, un emblema que se autodefinió
de “sexy” pero buena chica, lo que nunca llegó a ser fue una gran actriz. Tenía
limitaciones y sus productores lo sabían.
Mientras todo un pueblo la seguía, todo un continente
lanzaba loas y la admiraba, los críticos especializados fueron crueles con
ella. Es bueno escuchar la reflexión que al respecto hace Pablo Clase Hijo:
“Quizás los críticos de cine nunca disfrutaron del
encanto de María Montez. Se lo perdieron, por andar buscando todo el tiempo una
buena actriz. Ese fue su error. El fenómeno María Montez no se produjo por
causa de su excelencia como actriz, sino por su mágica presencia
cinematográfica. Vistas las cosas así, decir que era una actriz equivalía a
limitarla, a disminuir su misterio, porque a fin de cuenta lo que causó revuelo
fue su fascinante figura. El público no iba a las salas de cine detrás de una
sofisticada obra de arte, sencillamente buscaba una evasión. Era algo
intuitivo, no intelectual (El brillo de una estrella, pág. 168).
Hay un capítulo de este libro que el lector deberá buscar
de manera determinada, es el titulado “La otra cara de María Montez”, que la
aleja de la suntuosidad espectacular de la diva de extraordinaria presencia
escénica de The Raiders of the Desert, Moonlight in Hawai, South of Tahití,
Bombay Clipper, Arabian Nights, y Alí
Babá and the Forty Thieves, para situarla en el aspecto humano, la mujer
hogareña, sencilla.
“La verdadera María era inteligente, estudiaba Teología y
poseía inclinaciones literarias”.
En muchas formas admito que no puedo ser objetivo. Sobre
Pablo Clase, puedo decir que a lo largo de los años he seguido su trayectoria.
Me he formado leyendo “Figuras de este mundo”, su emblemática columna de Listín
Diario, nuestras conversaciones han sido verdaderos laboratorios de
aprendizaje. Y este libro es una invitación a conocer de cerca a María Montez.
Pero a conocerla a profundidad y como dije anteriormente, abstraer la lección
que queda de todo esto, se trató de alguien que construyó una historia, su
propia historia y qué bueno que Pablo Clase y Santuario han unido esfuerzos
para llevarnos a ella.
Este libro nos aproxima a la vida real de la estrella de
Hollywood que salió plena de ilusiones de su natal Barahona y al construir la
montaña de su fama nunca olvidó sus raíces. Este libro nos presenta una
historia bien escrita desde la más pura diafanidad de la Literatura. Pablo
Clase ha puesto empeño en construir una obra profunda, pero asequible. Quien
abreve de estas aguas, no quedará sediento. Solo me resta agradecer a Santuario
y a su protagonista, Isael Pérez, fajador
literario, por el honor de darme la presentación de este libro de hoy y de
siempre.
Muchas Gracias
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